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Así fue Bodysex México 2017


por Stephanie Hernández


Cada círculo es diferente, cada uno es especial y este no fue excepción. Aún se eriza mi piel al recordar las miradas, los cuerpos, las pieles, las profundas respiraciones.


Por primera vez me sentía tranquila antes de comenzar. Casi siempre me consumen los nervios durante los preparativos, sin embargo ya he construido mi ritual de preparación para abrazarme al placer.


Antes incluso de comenzar ya sentía el efecto de Bodysex, todo estaba fluyendo, al mismo tiempo que aprendía a pedir ayuda (así es, apenas) volvía a valorar lo afortunada que soy de estar rodeada de mujeres y hombres que creen en este proyecto y me han acompañado en este proceso; desde las anécdotas hasta ayudarme a comprar, preparar, cargar y llegar al lo que sería esta vez nuestro hogar.


Todo fluía a la perfección, el tiempo, el espacio, todo estaba siendo perfecto. Llegó la hora y llegaron ellas, cruzaron la puerta y se desnudaron. Mientras dábamos la vuelta al círculo para hablar de nuestros cuerpos y nuestros orgasmos se sentía la emoción, algunas de ellas habían esperado mucho para poder vivir-se en esta experiencia y este era el momento indicado, no habían miedos, no habían dudas, era su momento.


De pronto me llené de miedo, terror a las expectativas. Tiendo a esperar demasiado de mi y comencé a dudar ¿Y qué tal si no lleno sus expectativas? ¿Qué tal si no les doy lo que vienen buscando? ¿Qué dirán de mi si no les ayudo a tener ese orgasmo tan esperado? Bastó con externarlo en voz alta para dejarlo ir. Recordé que todas construimos el círculo y cada una se lleva tanto como quiera dar-se.

por Stephanie Hernández

Al escuchar sus historias volví a conectar con tanto de mi propia historia. Algunas conocidas y otras que apenas ese día empezaba a conocer, sin embargo, entendía tan bien su historia. Sigo sorprendida de todo lo que hay detrás de esas mujeres fuertes, que incluso me intimidan en otros contextos, las veo tan seguras, tan poderosas y a veces quisiera ser así, sin embargo cuando nos desnudamos me doy cuenta que todas nos parecemos. También tienen miedo, también caen y se levantan, también dudan y recordé las palabras de Marcela Lagarde


“Si no dudamos no podemos ser autónomas porque lo que tenemos es pensamiento dogmático. Para ser autónomas necesitamos desarrollar pensamiento crítico, abierto, flexible, en movimiento, que no aspira a construir verdades y esto significa hacer una revolución intelectual en las mujeres. No hay autonomía sin revolucionar la manera de pensar y el contenido de los pensamientos”


Y es que últimamente dudo tanto de mi. De lo bueno, de lo malo, de todo. Pero entendí que se vale dudar, es más, es necesario dudar. Si dudo estoy cuestionándome, soy consciente de mi misma y como dijo una compañera también facilitadora de Bodysex

“La autoconciencia abre la posibilidad al cambio” -Laurie Mccracken


Ver nuestras vulvas fue poderoso. No es coincidencia que comenzara una tormenta, el cielo se caía mientras nosotras soltábamos todos los mandatos, obstáculos y experiencias que nos desconectaban de nuestros cuerpos sexuales. Acompañar a cada una en el re-conocimiento y re-apropiación de sus cuerpos, sus vulvas y sus placeres fue hermoso. Aún veo las fotografías y sus caras de sorpresa y amor propio me conmueven. Es un placer acompañarlas.


por Stephanie Hernández

Finalizado el primer día devoramos una paella celestial. Muchas habían llevado platillos y bebidas para compartir. Sentía todo a flor de piel. Los sabores, los colores, los sonidos, todo era intenso. Platicamos hasta altas horas de la noche, unas dormían, otras tejían, otras escuchaban y yo solo observaba la perfección.


El segundo día desayunamos en la terraza y las reflexiones brotaban sin parar. Maternidad, pareja, género…en fin, tanto que de-construir para poder llegar a nosotras mismas. Pasamos la mañana alrededor de la alberca, con nuestros torsos desnudos escuchábamos música, leíamos, pintábamos mandalas, conversábamos…tuve que alejarme un poco y disfrutar de esta obra de arte: cuerpos desnudos sin ninguna carga, sin ningún pudor. Siendo bellas en todo su esplendor. Quise grabar ese momento en mi mente y desee que todos los días fueran así. Nuestros cuerpos eran nuestros, nadie que los juzgara, nadie que los calificara, los transgrediera; sin poses, sin sentados cuidadoso.


por Stephanie Hernández

Comenzamos la segunda parte y ya todas se veían diferentes al primer día. Había sonrisas de oreja a oreja, ojos brillantes y compartían cómo se sentían en ese momento, se sentían tan ellas mismas, tan libres, tan plenas reconectándose con lo que son, con sus deseos, sus necesidades, sus anhelos. Me fue necesario recordarles que eso que estaban sintiendo era placer. Eso es el placer, estar consciente de mí misma, estar viva en mi piel, sintiendo la vida recorrerme cada centímetro. El placer no es sólo un orgasmo, no es aprender a apretar unos botones y venirse. El placer requiere de autoconocimiento y autoconsciencia y a veces viene acompañado de orgasmos o de risas o de lagrimas, etc.


Nos levantamos con vibrador en mano y repetimos el mantra de la hija de una de ellas: “Por el poder que me concedo a mi misma.” Comenzamos el receso erótico y mientras las acompañaba en una meditación autoerótica sus respiraciones se coordinaron con la música de fondo. Las preocupaciones por no lograr tener un orgasmo o no tenerlo lo suficientemente rápido se disiparon, no habían reglas, tiempos ni metas, era momento de celebrar con nuestro placer y en menos de 10 minutos comenzaron los orgasmos fluir, acompañados de risas y lágrimas. Junto a mi una mujer iba y venía entre los gemidos y el llanto, fue una experiencia sumamente intensa para mí acompañarla en el rompimiento de esas barreras que aunque yo no veía, las sentía como mías…puse mi mano sobre su rodilla y comencé a respirar profundamente hasta que nuestras respiraciones se armonizaron, el cese de su llanto se transformó en llanto para mi y agradecimiento por ser parte de esto que es mucho más grande de lo que puedo describir.


por Stephanie Hernández

De pronto todas terminaban, sus caras radiantes y sus sonrisas intensas llenaron la habitación de paz y sin más, supimos que era momento de pasar al masaje. Cerré el taller como siempre con mucho llanto de lo abrumadora que estaba siendo esta experiencia para mi y llenas de aceite nos dispusimos a cenar.

Estaba viviendo todo una vez más a flor de piel, la comida, el vino, la música, el baile…todo era placer. Reímos, bailamos y cantamos hasta pasada la media noche


por Stephanie Hernández

El ultimo día disfrutamos una vez más alrededor de la alberca en completa desnudez, ninguna queríamos partir, no queríamos que algo tan perfecto terminara pero había que recordar que eso que habíamos reencontrado en estos días se iría con nosotras, era lo más profundo de nuestro ser…nos habíamos encontrado a nosotras mismas. El compromiso con el placer se iría con nosotras y ya no tendríamos que preguntarnos más: ¿Por qué alguien no se enamoraría de nosotras? Porque una vez más salí del círculo enamorada de mi y de quienes me acompañaron.


Gracias,


Bichita

Estrella

Fembi

Guerrera

Sandía

Hermosa

Chuchi

Almejita

Aura

Mía

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